¡No a la violencia contra las mujeres! Juntos, apoyemos a las supervivientes.

Escrito por: UKANE ASSUMANI Didier, Embajador de la Juventud Panzi

"Si muestras amor a una mujer que ha sido rechazada, tendrá una visión completamente diferente de la vida. Es algo muy sencillo, pero le dará ganas de luchar...". Dr. Denis Mukwege.

La República Democrática del Congo está sumida en una compleja crisis humanitaria que dura ya varias décadas. En el este del país, la violencia sexual endémica se ha visto amplificada por los recurrentes conflictos armados, especialmente en las provincias de Kivu del Sur y Kivu del Norte, donde nuestras madres y hermanas han sido víctimas de atroces actos de violencia sexual cometidos por fuerzas y grupos armados. La vida de muchas mujeres ha dado un vuelco, causando desolación y traumas en el seno de sus familias. Estos actos despreciables han empañado la imagen de la mujer en nuestra sociedad e incluso han creado malestar y conflictos en nuestros hogares y comunidades. La violencia contra las mujeres no es inevitable; puede cesar. Ser mujer no es sinónimo de violación, agresión, acoso o comentarios sexistas. La violencia deja huellas, marcas, emociones y dolor, algunos de ellos inmensos. Es hora de que nos demos cuenta de hasta qué punto la violencia contra las mujeres destruye familias, debilita sociedades y merma irreparablemente nuestro futuro común. Estas prácticas siguen siendo una violación del Derecho Internacional y una afrenta a la humanidad, que ofende el sentido de la moralidad y la decencia del mundo civilizado.

A pesar de la persistencia de estos crueles actos, se alzan voces para denunciar y luchar junto a estas mujeres para defender su causa y permitirles reconstruir sus vidas. A nadie se le escapa el esfuerzo del Premio Nobel 2018, el Dr. Denis Mukwege que, a través del Hospital Panzi y la Fundación Panzi, trata a estas mujeres víctimas de violaciones y repara sus almas. Él lucha contra la violencia que está en el corazón de un sistema de guerra que está devastando nuestro país.

Su sentido de la compasión le impulsa a actuar desesperadamente ante la creciente injusticia y crueldad. Gracias a su firme compromiso y a sus eficaces acciones, miles de mujeres han recibido ya una sonrisa y una esperanza de vida. La atención a estas mujeres es también parte integrante de esta lucha contra la impunidad y por la justicia. Se proporciona atención holística (atención médica, asistencia psicológica, asistencia jurídica y ayuda para la reinserción socioeconómica) a las supervivientes que lo deseen. Apodado "el hombre que arregla a las mujeres", el Dr. Denis Mukwege ha demostrado un gran sentido de la abnegación, a veces a riesgo de perder la vida. Los resultados de su lucha son visibles. De cada uno de nosotros depende que su legado siga vivo por el bien de la humanidad. Por lo tanto, está claro que dejar a las víctimas con recuerdos traumáticos sin tratar o sin atender es irresponsable y alimenta la producción sin fin de violencia futura. Basta con que una minoría de víctimas se conviertan en agresores para que éstas, a su vez, creen otras víctimas, algunas de las cuales se convertirán a su vez en agresores. Los cuidados prestados por el hospital y la Fundación Panzi ayudan a prevenir la aparición de recuerdos traumáticos inmediatamente después del suceso violento o a tratarlos si ya se han instalado. Estos cuidados evitan que las víctimas sufran y generen más violencia.

La Fundación Panzi, a través de su Programa de Jóvenes Embajadores, amplifica la concienciación y lleva a cabo actividades de defensa en nombre de los supervivientes de todo el mundo. Jóvenes voluntarios con talento y comprometidos con la causa de los supervivientes trabajan desde septiembre de 2022 para promover y defender los derechos de los supervivientes en todo el mundo. También recaudan fondos para la atención de los supervivientes a través del Hospital Panzi y la Fundación Panzi. Estoy orgulloso de formar parte de este gran programa y de trabajar voluntariamente para defender los derechos de quienes llevan la esperanza de la humanidad y son pilares indispensables en todas las familias. Los Jóvenes Embajadores Panzi pretenden reducir significativamente la cultura de la violación en todo el mundo. La cultura de la violación significa negar que la violencia la cometen personas que conocemos. La cultura de la violación significa negar la realidad de la violencia. La cultura de la violación significa considerar que la violación dentro de una comunidad no es realmente "violación". La violencia sexual contra las mujeres en países en guerra y en conflicto plantea grandes retos a las sociedades. Tiene consecuencias físicas, psicológicas, jurídicas y socioeconómicas. Por tanto, no basta con atender mejor a las víctimas traumatizadas, también debemos luchar contra todas las formas de violencia, proteger eficazmente a las víctimas potenciales, combatir todos los mitos e ideas preconcebidas sobre la violencia sexual, las víctimas y los agresores, luchar contra el sexismo, la desigualdad y la discriminación dentro de la sociedad, y hacer todo lo posible para que la violencia no quede impune.

Los Jóvenes Embajadores de Panzi pertenecen definitivamente a esta categoría de optimistas que creen que las nuevas generaciones construirán un mundo en el que el nivel de concienciación, el nivel de movilización y el nivel de determinación para no dejar piedra sobre piedra serán vertiginosos para erradicar estos males que corroen y destruyen a la humanidad.

Por consiguiente, la lucha contra la violencia sexual es un imperativo humano y una urgencia absoluta que requiere una firme voluntad política. Es hora de actuar, de mostrar solidaridad con las víctimas y de comprometernos en la lucha contra la violencia sexual en todas sus formas. Para liderar esta lucha con mayor eficacia, necesitamos un mundo que proteja verdaderamente a las víctimas, un mundo en el que primen la empatía y el respeto por los derechos y la dignidad de cada individuo.

Como ciudadana del mundo, digo no a la violencia sexual y de género. Juntos, apoyemos a las supervivientes. Cada gesto puede contar, cada acto del corazón puede salvar.