Declaración del Dr. Mukwege tras el anuncio del despliegue de la Fuerza Regional de la Comunidad de África Oriental

20 de julio de 2022, Bukavu, República Democrática del Congo -

La República Democrática del Congo está en peligro. Por enésima vez, nuestro país está siendo sometido a una guerra de agresión por delegación, que amenaza la soberanía nacional y la integridad de nuestro territorio.

El 13 de julio, la Sra. Bintou Keita, Representante Especial del Secretario General de la ONU en la RDC, advirtió al Consejo de Seguridad contra una escalada de la situación en el este del país, declarando: "Las actividades en curso del M23 y de los grupos armados en el este de la RDC amenazan con revertir los avances en seguridad y estabilidad que tanto ha costado conseguir en el país y en la región". Durante su discurso, también subrayó que "con las crecientes capacidades convencionales (del M23), la Misión podría enfrentarse a una amenaza que supera sus capacidades actuales", y concluyó con el siguiente llamamiento al organismo encargado de la paz y la seguridad internacionales: "Es imperativo que el Consejo redoble sus esfuerzos en favor de una rápida desescalada de la situación, y del desarme incondicional del M23".

Esta observación del jefe de la Misión de Estabilización de las Naciones Unidas en la República Democrática del Congo (MONUSCO) es alarmante: la situación de seguridad, ya de por sí frágil y volátil, se deteriora cada día y los recursos asignados a la fuerza de la ONU, con mandato del Consejo de Seguridad sobre la base del Capítulo VII, no parecen poder contrarrestar los puestos a disposición del M23 por Ruanda.

Sin embargo, la resolución 2612 del Consejo de Seguridad, que establece el mandato actual de la MONUSCO, cuyas prioridades son la protección de la población civil y la estabilización, autoriza 13.500 efectivos militares, 660 observadores militares y oficiales de Estado Mayor, 591 oficiales de policía y 1.050 agentes de policía constituidos. La resolución del Consejo autoriza a la misión a tomar "todas las medidas necesarias para cumplir su mandato", lo que incluye llevar a cabo, unilateralmente o junto con las Fuerzas Armadas de la República Democrática del Congo (FARDC), "ofensivas selectivas y contundentes para neutralizar a los grupos armados y proporcionar una protección eficaz, rápida, proactiva e integrada de los civiles mediante una brigada de intervención". Para ello, el Consejo de Seguridad pide "a las fuerzas de seguridad congoleñas y a la MONUSCO y su brigada de intervención que lleven a cabo operaciones conjuntas más frecuentes y eficaces, basadas en la planificación conjunta y la cooperación táctica, para disuadir a los grupos armados e impedir que continúen sus actividades".

Como todo el mundo sabe, la coordinación de los esfuerzos de la ONU por parte del Comandante de la fuerza multilateral compuesta por numerosos contingentes nacionales no es fácil. Aunque las reglas de enfrentamiento deberían estar claras antes de desplegar las tropas y los Estados contribuyentes deberían delegar el mando de sus elementos a la fuerza de la ONU, varias capitales se reservan el derecho de supervisar o incluso autorizar las intervenciones sobre el terreno, lo que resta rapidez a las decisiones que debe tomar el mando militar de la Misión y, por tanto, socava la eficacia de sus iniciativas.

Sin embargo, creemos que el cuerpo armado de la MONUSCO sigue siendo la presencia más legítima y autorizada para apoyar a las FARDC en la estabilización del país y la protección de los civiles. Frente al activismo de los grupos armados nacionales y extranjeros, la prioridad debe ser maximizar el potencial del mandato de la Misión de la ONU en la RD del Congo e iniciar una profunda reforma del sector de la seguridad.

En este contexto, somos muy circunspectos al hecho de que, además de esta ya compleja asociación multilateral con la MONUSCO, el Presidente de la República ha participado en la cooperación militar bilateral con Uganda durante más de seis meses y, más recientemente, en un proyecto de cooperación militar regional con los Estados miembros de la Comunidad de África Oriental.

El acuerdo de defensa y seguridad entre la RDC y Uganda se firmó a finales de 2021 y las operaciones conjuntas se ampliaron el 1 de junio de 2022 para desmantelar a los rebeldes de las Fuerzas Democráticas Aliadas (ADF). En un reciente informe publicado por el Grupo de Estudio del Congo con el socio de investigación Ebuteli, se informa de que hay entre 2.000 y 4.000 soldados ugandeses en suelo congoleño y los resultados de su intervención son dispares. El número de víctimas civiles es cada vez mayor y el informe destaca que, además de la caza de las ADF, que está lejos de terminar, los intereses económicos, comerciales y geopolíticos explican en gran medida la intervención del ejército ugandés en el este del Congo. Además, al igual que otros analistas, el Congo Study Group considera que esta operación conjunta RDC-Uganda es un factor de irritación para Ruanda que ha desencadenado una escalada de las tensiones ruandesas-congoleñas. Este contexto explica en gran medida la reactivación de la rebelión del grupo armado M23 por parte de Ruanda, que vuelve a desestabilizar Kivu Norte y la subregión, provocando una nueva catástrofe humanitaria en una región ya martirizada.

Así, mientras que una asociación multilateral con las Naciones Unidas y un acuerdo bilateral entre la RDC y Uganda ya se superponen de forma difícil e ineficaz, la reciente misión de reconocimiento de una delegación de militares de los países miembros de la Comunidad de Estados de África Oriental a Ituri y Kivu del Norte, anunciando el inminente despliegue de una fuerza regional, parece una crónica del caos anunciado, sobre todo porque algunos de estos estados están en la raíz de la desestabilización, los ciclos de violencia y el saqueo de los recursos naturales en el este del Congo.

¿Cuáles serán las reglas de enfrentamiento de la nueva fuerza regional? ¿Cuál es su mandato, los objetivos de la misión y su duración? ¿Cómo se armonizarán y coordinarán las intervenciones sobre el terreno entre las FARDC y sus socios de la ONU, Uganda y la fuerza regional? ¿Quién decidirá qué? ¿Quién será el responsable político y legal?

Estas preguntas fundamentales sólo han recibido una respuesta opaca, ya que es evidente que estos acuerdos de cooperación a nivel bilateral y regional no han sido muy transparentes. La diplomacia regional del Presidente de la RDC nos conduce objetivamente a una prolongación y agravamiento de la inestabilidad. En el hospital de Panzi, que desgraciadamente se ha convertido en una especie de barómetro de la situación de la seguridad en el este del Congo, hemos observado que con cada repunte de la inestabilidad viene un repunte en el número de mujeres y niñas víctimas de la violencia sexual que atendemos, y sólo podemos estar seguros de que las mujeres y los niños se verán afectados de nuevo, y serán las primeras víctimas de este nuevo ciclo de violencia

En conclusión, invitamos a los responsables congoleños y de la ONU a destacar las estrechas interconexiones entre la prevención de conflictos, la justicia transicional, el Estado de derecho y la construcción de la paz.

Reafirmamos que la reforma profunda de las FARDC, los servicios de seguridad y la lucha contra la impunidad son las medidas más adecuadas para garantizar la pacificación y la estabilidad duradera del este de la RDC.

Sin embargo, nuestros dirigentes deben tener la voluntad política y el liderazgo para revisar la actual diplomacia regional y avanzar sin más demora en la reforma del sector de la seguridad, asignando los recursos financieros necesarios para que el país cuente con un ejército profesional, operativo y responsable, capaz de defender la integridad de nuestro territorio y garantizar la seguridad de nuestra población.

-Denis Mukwege

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