Declaración del Dr. Denis Mukwege en el Día Internacional de la Justicia

Bukavu 17 de julio de 2020 - Declaración del Dr. Denis Mukwege en el Día Internacional de la Justicia

Hoy reconocemos el Día Internacional de la Justicia, que conmemora la adopción del Estatuto de Roma de la Corte Penal Internacional (CPI). Nuestros pensamientos están con todas las víctimas de atrocidades, con todos los que buscan justicia y con todos los que luchan por defender sus derechos y contra la impunidad.

El Día Internacional de la Justicia tiene un gran significado para las supervivientes que han sufrido violencia sexual en conflictos de todo el mundo, ya que la justicia es esencial para todas las personas que han sido víctimas de violencia y abusos. De hecho, cuando preguntamos a las supervivientes de la violencia sexual por sus mayores aspiraciones, muchas expresan su deseo de que se haga justicia.

 Además, la justicia es un paso crucial en el camino hacia la curación de los supervivientes y su reintegración en la comunidad y la sociedad, porque permite reconocer el mal que se les ha infligido. También transfiere esa carga y esa vergüenza de los hombros de las víctimas a los de los perpetradores.

 Sin embargo, la violencia sexual en tiempos de guerra ha sido un crimen invisible y pasado por alto a lo largo de la historia. A menudo se considera un daño colateral inevitable de la guerra y está en gran medida ausente de los procesos penales nacionales e internacionales. Durante demasiado tiempo, la impunidad de los autores de violaciones y otras formas de violencia sexual relacionadas con los conflictos ha sido la norma y no la excepción.

 Los estatutos y la jurisprudencia de los tribunales penales internacionales ad hoc de Ruanda y de la antigua Yugoslavia han propiciado importantes avances hacia el reconocimiento de la violación y otras formas de agresión sexual como crímenes de guerra y de lesa humanidad. En particular, el caso Akayesu representa un precedente histórico en la justicia penal internacional, al reconocer que la violación puede ser un componente del crimen de genocidio.

 El 17 de julio de 1998, el Estatuto de Roma de la Corte Penal Internacional codificó la violación y otros actos de violencia sexual como parte de los delitos más graves que afectan a toda la comunidad internacional.

 Mientras las voces de las supervivientes se liberan y cada vez son más las que rompen el silencio -esa arma absoluta de los perpetradores-, el marco normativo e institucional que ha evolucionado en las últimas décadas aún no se ha traducido en muchas condenas a nivel internacional. Todavía no ha cambiado el paradigma de la impunidad que aún prevalece ampliamente sobre los delitos sexuales.

 A pesar de la reciente evolución de la jurisprudencia penal internacional sobre violencia sexual y de género, incluido el caso Ntanganda (que dio lugar a una condena de la CPI por delitos de violencia sexual), muy pocas supervivientes tienen acceso a la justicia penal internacional, que sigue centrándose principalmente en los autores.

 Las futuras reformas legislativas, tanto internacionales como nacionales, tendrán que centrarse más en los procedimientos de investigación específicos para cada sexo, lo que aumentará la frecuencia de las acusaciones de violación y obtendrá un mayor número de procesamientos exitosos, tanto en los conflictos como en tiempos de paz. 

 Este Día Internacional de la Justicia también es muy significativo para el pueblo congoleño.

Desde principios de la década de 1990, la República Democrática del Congo (RDC) se ha visto asolada por multitud de conflictos regionales e internos. Ciclos de violencia que han causado millones de muertos y desplazado a comunidades enteras, y que han provocado cientos de miles de violaciones.

Estas atrocidades masivas se cometieron, en su mayoría, en un clima de impunidad generalizada: la justicia fue sacrificada en el altar de la paz por acuerdos políticos a corto plazo y, hoy, el pueblo congoleño no tiene ni paz ni justicia.

Hace exactamente 10 años, la Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos publicó el informe Mapping , que documenta las más graves violaciones de los derechos humanos y del derecho internacional humanitario cometidas en el territorio de la República Democrática del Congo (RDC) entre marzo de 1993 y junio de 2003.

Este informe estableció un inventario de 617 crímenes de guerra y crímenes contra la humanidad. Si se llevan ante un tribunal competente, algunas de las atrocidades documentadas en el Informe de Cartografía podrían constituir el crimen de genocidio.

 Hasta la fecha, no se ha aplicado ninguna de las recomendaciones contenidas en este informe. Como la CPI sólo tiene jurisdicción para los crímenes cometidos después de julio de 2002 y dada la dimensión regional del conflicto en la RDC (donde han intervenido varios ejércitos extranjeros y grupos rebeldes que también deben rendir cuentas) aprovechamos este Día Internacional de la Justicia para instar a las autoridades congoleñas y a la comunidad internacional a crear un Tribunal Internacional para la RDC y/o cámaras mixtas que puedan ser competentes desde principios de los años 90 hasta la actualidad. 

También pedimos que se apoye el establecimiento de mecanismos de búsqueda de la verdad, programas de reparación y reformas de gran alcance en los sectores de la seguridad y la justicia en la RDC.

Ha llegado el momento de sacar a la luz el Informe Mapping y aplicar sus recomendaciones: las víctimas de ayer y de hoy tienen derecho a la justicia, a la verdad, a la reparación y a las garantías de que estas atrocidades masivas no se repetirán. Esto no debe dejar indiferente a nadie y debe suscitar una acción enérgica tanto de las autoridades congoleñas como de la comunidad internacional.

Así, no sólo rendiremos homenaje a las numerosas víctimas y supervivientes de los crímenes más graves en su búsqueda de justicia, sino que también contribuiremos al establecimiento de una paz duradera en la región africana de los Grandes Lagos y al advenimiento de un mundo más digno y justo.

Dr. Denis Mukwege

Premio Nobel de la Paz 2018

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