Intervención del Dr. Denis Mukwege en el Consejo de Derechos Humanos - 8 de marzo de 2016
Sr. Le Haut Commissaire des Nations Unies aux Droits de l'Homme,
Sr. Le Ministre-Président de la Fédération Wallonie-Bruxelles,
Sra. La Rapporteuse Spéciale des Nations Unies sur la question de la violence contre les femmes, ses causes et ses conséquences,
Mme La Représentante du Chef de l'Etat en RDC en charge de la lutte contre
les violences sexuelles et le recrutement des enfants soldats,
Distinguidos invitados, en sus títulos y calidades respectivas,
Mesdames, Messieurs,
Gracias por invitarnos a participar en este debate sobre la violencia contra las mujeres y los niños en situación de conflicto en esta magnífica sala del Consejo de Derechos Humanos, en este día tan importante para los derechos de la mujer.
Permítame comenzar compartiendo con usted una convicción profunda y un principio fundamental de los derechos humanos: estamos convencidos de la universalidad de los derechos de la mujer. Gracias a la movilización de las mujeres en todo el mundo, y a la evolución del derecho y de las mentalidades, la lucha contra los coutumes se ha vuelto a recuperar, las prácticas machistas y misóginas ha permitido modificar el paradigma de la sumisión y de la dominación masculina para tender hacia la igualdad de los sexos, clave de bóveda de una sociedad orientada hacia un desarrollo inclusivo y la prosperidad para todos.
Esta mañana he recibido una llamada telefónica de Bukavu, por la que me he enterado de que más de 3000 mujeres que he designado se encuentran en Panzi para celebrar conmigo y mi personal el Día de la Mujer. Se organizan hoy en mutuas de solidaridad que les permiten organizarse en una verdadera comunidad y subvencionar sus necesidades, para ser autónomas. El único mensaje que desean que les transmitas es el siguiente: exigen la paz.
Mesdames, Messieurs,
El objetivo del debate que nos reúne hoy es tratar las violaciones cometidas contra las mujeres en tiempos de conflicto, pero debemos tener en cuenta que las violaciones que observamos en tiempos de guerra son el resultado de la exacerbación de las discriminaciones y de las violaciones existentes en la sociedad en período de paz, en el seno de las comunidades. Y, cuando el estado de derecho se debilita y la guerra se acelera, cuando ya no hay ni ley ni ley, el demonio machista se manifiesta en todas sus formas, como se observa hoy en día en todos los conflictos modernos, donde las mujeres y los niños son las primeras víctimas de las guerras decididas entre los hombres, a menudo por motivos económicos.
Esta es la razón por la que el médico que soy se ha convertido también en un militante por la paz y la justicia. No podemos seguir reparando las consecuencias de la violencia sin tratar sus causas profundas.
La paz, la justicia y la seguridad, tanto física como jurídica, son condiciones indispensables para la promoción de los derechos humanos, para poner fin a la violencia sexual y para permitir un marco favorable al desarrollo, tanto humano como económico.
Mesdames, Messieurs,
En la República Democrática del Congo (RDC), la población está a favor de la paz y la justicia, después de muchas generaciones sacrificadas y décadas de violencia cometida en un clima general de impunidad.
En un contexto electoral incierto y potencialmente explosivo, la población está ansiosa pero vigilante. El objetivo de las elecciones no es sólo la alternancia, sino sobre todo la consolidación de la sociedad y la democracia en el continente africano. El objetivo de estas elecciones es, pues, preservar nuestro contrato social, fruto de un acuerdo de paz y de un referéndum, en el que los congoleños y las congoleñas han ejercido, por primera vez en su historia, sus derechos políticos. En definitiva, la cuestión de estas elecciones parece debatirse entre dos alternativas: la paz o el caos. Hay que privilegiar y apoyar el camino de la paz.
Desde hace casi veinte años, nuestra experiencia en el mundo de la medicina nos lleva a hacer una constatación: a cada nuevo pico de crisis de seguridad o de inestabilidad política, observamos un pico en el número de pacientes que recibimos en Panzi. Después de haber salvado a los niños violados, también a los no violados, no podemos imaginar que la codicia de una minoría que se organiza para mantener el poder nos lleve a tener que salvar a la tercera generación de víctimas.
Es en este contexto extremadamente volátil en el que el Sr. Ban Ki-moon, Secretario General de las Naciones Unidas, durante una reciente visita a la región de los Grandes Lagos, ha expresado su preocupación ante la desaparición del espacio de libertades civiles y políticas al que asistimos en la RDC. Más recientemente, el Sr. José María Aznar, Representante del Alto Comisionado y Director del Bureau Conjoint des Nations Unies pour les Droits de l'Homme (BCNUDH), expresó su inquietud ante la instrumentalización de la justicia para reprimir la sociedad civil y ante el acoso de los activistas por parte de las autoridades. Los informes mensuales que elabora su oficina demuestran que la reducción del espacio democrático puede afectar a la credibilidad del proceso electoral. Las señales de alerta están en rojo!
La primera responsabilidad corresponde a las autoridades congoleñas y a las fuerzas vivas de la Nación, porque nuestro destino es el mismo, pero no podemos concebir que después de tantos años de inversión y de presencia de la comunidad internacional para estabilizar el país, ésta pueda permitirse un retorno al caos. La **diplomacia discrète tiene sus límites: la situación en Burundi** lo ilustra dramáticamente bien. "¡Mejor prevenir que guiar! Anticiparse y actuar en el futuro, en lugar de preocuparse por los muertos, las mujeres violadas, los refugiados y los desplazados.
Estamos convencidos de que el respeto de la **libertad de expresión**, sobre todo de los defensores del pueblo y de los movimientos ciudadanos, pero también de la oposición, es necesario para unas elecciones pacíficas y creíbles.
La población es cada vez más consciente de sus derechos y no puede aceptar que se la tome por sorpresa.
Mesdames, Messieurs,
Todos y cada uno tienen derecho a promover la protección y la realización de los derechos humanos**. Por lo tanto, los ciudadanos que expresan críticas constructivas para favorecer el surgimiento de un cambio al que todos asisten participando en los debates de interés general son patriotas, ¡y es inadmisible que a veces sean tratados de terroristas y perseguidos para atentar contra la seguridad del Estado! Pensamos bien en los jóvenes de LUCHA, pero también en todos los defensores de los derechos humanos intimidados en el día a día.
En un país en el que el Sr. Scott Campbell, antiguo Director del BCNUDH, ha sido declarado persona non grata, en el que un diplomático estadounidense ha sido detenido, en el que el derecho a manifestarse pacíficamente se ve perjudicado por un uso desproporcionado de la fuerza, donde los arrestos arbitrarios y las detenciones ilegales son frecuentes y donde una **justicia parcial bajo el amparo del ejecutivo condena a inocentes, el estado de derecho y la democracia están en peligro**. Y los derechos de la mujer serán aún más frágiles.
Lo hemos explicado: la demanda de justicia es cada vez más grande en el seno de la población, pero ¿qué pensar de la oferta de justicia? ¿Tiene la capacidad y la voluntad de desempeñar el papel que se le atribuye?
En tiempos de paz, ya es muy difícil para las mujeres recurrir a la justicia por miedo a las represalias y a ser estigmatizadas, y así sufrir un trauma aún más profundo. En época de conflicto, es aún más complicado para las víctimas reunir los elementos de prueba para constituir una demanda, y esta complejidad judicial se asocia con demasiada frecuencia a la entrega del poder, sobre todo cuando éste es uno de los beligerantes.
El conjunto de estas condiciones engendra un clima favorable a la impunidad, que beneficia a los burócratas y perpetúa la violencia en la sociedad, incluso en la época de posconflicto.
Mesdames, Messieurs,
Seis años después de la publicación del "Informe del proyecto Mapping sobre las violaciones más graves de los derechos humanos y del derecho internacional humanitario cometidas entre marzo de 1993 y junio de 2003 en el territorio de la RDC", pensamos que ha llegado el momento de poner en práctica sus recomendaciones, y de recurrir a todos los mecanismos de la justicia transitoria para evitar la repetición de estos crímenes que atentan contra la conciencia de la humanidad: (1) recursos judiciales, (2) mecanismos de reparación, (3) refuerzo de las fuerzas de seguridad, (4) mecanismos para el establecimiento de la verdad y la reconciliación.
(1) Sabemos que la Corte Penal Internacional sólo tiene intención de ocuparse de los crímenes más graves desde la entrada en vigor del Estatuto de Roma el 1 de julio de 2012. No tiene vocación de sustituir a la justicia nacional aunque apoyemos sus esfuerzos de lucha contra la impunidad, en África y en todo el mundo.
Pensamos, por tanto, en la creación de un Tribunal Penal Internacional para la RDC**, con una competencia temporal que se remonta a 1993, y un mandato que abarca la dimensión regional del conflicto. Sin embargo, en 2013 nos animó la promesa del presidente Kabila de crear cámaras mixtas o especializadas "para hacer justicia al pueblo congoleño". El pueblo congoleño espera siempre que se haga justicia...
(2) En 2010 participé en un Grupo de Expertos sobre los mecanismos de reparación para las víctimas de la violencia sexual, presidido por Me Kyung-wha Kang, actual Asistente del Secretario General de Asuntos Humanitarios y, en su momento, Alta Comisionada Adjunta para los Derechos Humanos, y hemos previsto la creación de un **Fondo de indemnización** para las víctimas de delitos de carácter sexual, con especial atención a los casos en que los autores han sido condenados in solidum con las autoridades del Estado, y en los casos en que los autores son desconocidos o irresolubles. Seguimos abogando por la creación de un Fondo de Reparación que no sólo requiera el apoyo de la comunidad internacional, sino también la voluntad política del Estado congoleño.
Esta voluntad política también podría ayudar al Jefe de Estado a presentar **excusas públicas en nombre de la Nación** a todas las mujeres que han sido víctimas de violaciones sexuales cometidas por las fuerzas de seguridad congoleñas. Numerosas mujeres reclamaron esta medida simbólica durante las centenares de audiciones de víctimas que hemos observado con el Grupo encargado por el Alto Comisariado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos.
(3) Seguimos haciendo un llamamiento para una verdadera reforma del sector de la seguridad**, ya que durante mucho tiempo los acuerdos políticos han favorecido la integración de la indisciplina en las fuerzas de seguridad. Los que han cometido atrocidades en masa no tienen vocación de convertirse en protectores de los ciudadanos y de la Nación. Es hora de recuperar nuestros servicios públicos** y nuestras instituciones.
Por otra parte, sabemos que los refugiados también han sido víctimas y pensamos que los programas de Desarme, Desmovilización y Reintegración (DDR) deben ir acompañados de una gestión de la salud mental de los desmovilizados y de proyectos inclusivos basados en las necesidades de las comunidades afectadas. No se trata sólo de desarmar a los antiguos combatientes, sino también de desarmar sus espíritus y reconstruir el país. Los programas de **emprendimiento de la salud mental para los desmovilizados** constituyen una de las vías de solución para combatir el fenómeno de la propagación de la violencia entre civiles. Los antiguos desmovilizados mal tratados y no reintegrados correctamente en la sociedad son la única explicación que nos permite comprender el fenómeno reciente que tratamos en Panzi desde hace algunos años, a saber, la violencia cometida con extrema violencia sobre los bebés y los niños de corta edad.
(4) Por último, pensamos que, tras décadas de duelo, ha llegado el momento de poner en marcha **mecanismos de afirmación de la verdad y de reconciliación**, para que nuestros hijos no queden privados de la memoria de sus padres y, por tanto, de su identidad, y puedan construir un conjunto de préstamos mejores.
Mesdames, Messieurs,
El 6 de octubre de 2016, conmemoramos el vigésimo aniversario del inicio de la guerra del Congo, que comenzó en Lemera, en la provincia de Kivu del Sur, en el hospital donde más de 30 de mis pacientes y miembros del personal de apoyo fueron asesinados. Invitamos a las autoridades de la República Democrática del Congo a que apoyen la construcción de un museo en los fósiles comunes de nuestras hermanas y hermanos heridos por la barbarie humana.
Pasee por las calles de Sarajevo, y no deje de ver las placas conmemorativas en toda la ciudad. ¿Dónde están en la RDC? ¿Dónde está el respeto por nuestros muertos? ¿Cómo transmitir valores a nuestros hijos cuando la historia está manipulada? Esperamos no tener que esperar más de veinte años antes de que nuestros hijos no estudien esta fecha en la escuela.
Terminaré mi discurso deseando un buen día a todas las mamás, a todas las jóvenes, a todas las mujeres, e invitando a nivel global a la comunidad internacional a vestir una línea roja contra el uso de la violencia como arma de guerra y a nivel local exhortando a todos los padres, a todos los niños y a todos los hombres a movilizarse para luchar contra la violencia contra las mujeres.
Je vous remercie pour votre attention.
Dr. Denis Mukwege
Ginebra, 8 de marzo de 2016