Todo el mundo merece una asistencia sanitaria segura y de calidad
A medida que el año llega a su fin, nos encontramos reflexionando sobre la historia de Panzi, que se remonta a 1999, cuando el Dr. Mukwege abrió el Hospital de Panzi. No fue una hazaña fácil, con médicos que trabajaban a la luz de las velas, desesperados por conseguir equipos médicos vitales y, lo que es más importante, preocupados constantemente por la inmensa necesidad de la población a la que pretendían atender.
Preservar un santuario para las mujeres y niñas vulnerables a nuestro cuidado.
2024 will mark Panzi Hospital’s 25th anniversary, and we are prioritizing upgraded security for the women, staff, and children in our care by updating the security equipment and infrastructure of the Panzi complex. These facilities are where survivors seek to begin their healing process in safety.
Una necesidad constante de centrarse en la seguridad y la protección.
1996 marcó el inicio de la Primera Guerra del Congo, así como una de las primeras tragedias vividas por el Dr. Mukwege durante su carrera: la masacre del Hospital Lemera. Una noche, mientras el Dr. Mukwege estaba de viaje, un grupo armado invadió el hospital y asesinó a sangre fría a los 37 pacientes y al personal. El Hospital Lemera, uno de los pocos centros médicos de la zona, quedó en ruinas, privando a la comunidad de unos servicios sanitarios muy necesarios. Las personas asesinadas habían acudido al hospital no sólo en busca de tratamiento médico, sino también de consuelo ante las penurias que sufrían en el mundo exterior.
Tras este acontecimiento, el Dr. Mukwege sintió una innegable llamada a la acción. En 1999 abrió el Hospital de Panzi, con la visión de proporcionar a las mujeres vulnerables de la comunidad una atención médica segura y de primera calidad, dado que la RDC tiene una de las tasas de mortalidad materna más altas del mundo. Sus primeras pacientes, sin embargo, no eran parturientas, sino mujeres que habían sido violadas con extrema brutalidad y como arma de guerra mientras el conflicto hacía estragos. Él y su personal se adaptaron rápidamente para convertirse en reticentes expertos en una de las peores especialidades del mundo: el tratamiento de los traumatismos ginecológicos graves causados por la violencia sexual relacionada con los conflictos. Desde aquellos primeros días, 80.000 supervivientes han sido tratadas por Panzi hasta la fecha, y su labor se ha ampliado para proporcionar no sólo asistencia médica, sino una atención holística, centrada en curar a cada mujer desde dentro hacia fuera y prepararlas para la vida fuera del complejo.
Panzi siempre ha hecho mucho hincapié en la seguridad, y ha recibido apoyo de organizaciones externas como MONUSCO (la misión de mantenimiento de la paz de las Naciones Unidas en la RDC). La MONUSCO ha desempeñado un papel importante en la protección del Dr. Mukwege, y por tanto del Hospital Panzi, tras un intento de asesinato en 2012, proporcionando seguridad en el recinto del hospital durante casi diez años. Sin embargo, dado que el estatus del mandato de la MONUSCO sigue siendo incierto, sentimos la inmensa necesidad de encontrar soluciones independientes para priorizar la seguridad de los supervivientes a nuestro cuidado, de forma indefinida.
La amenaza permanente
Según The Safeguarding Health in Conflict Coalition (SHCC) se produjeron "125 incidentes de violencia u obstrucción de la atención sanitaria en la RDC en 2022, un número similar a los 127 de 2021. Al menos 50 trabajadores sanitarios fueron secuestrados". La mayoría de estos casos se han producido en el este de la RDC. Este es el resultado del "aumento de la violencia por parte de las Fuerzas Democráticas Aliadas (ADF), el resurgente Movimiento 23 de Marzo (M23) y las milicias locales Mai-Mai, que afectan a los trabajadores sanitarios y a las instalaciones del noreste de la RDC"(SHCC). Las instalaciones sanitarias son a menudo un objetivo de la violencia en la RDC, la OMS informa de "32 ataques en 2022, que causaron 3 muertos y 7 heridos, y 19 ataques en lo que va de 2023, que causaron 8 muertos y 1 herido, 16 afectaron a instalaciones sanitarias y 11 a suministros."(OMS)
La violencia que rodea las estructuras sanitarias en la RDC tiene consecuencias devastadoras, ya que interrumpe los servicios médicos esenciales, provoca escasez de personal y recursos y provoca el cierre de instalaciones enteras. Esto afecta directamente a las personas con enfermedades crónicas y a las que necesitan atención de urgencia. Además, la violencia ha reducido las tasas de vacunación, obstaculizando los esfuerzos para prevenir brotes de enfermedades evitables. De hecho, "cada dos o tres años, los brotes de sarampión afectan a decenas o incluso cientos de miles de niños en la RDC. La mayor epidemia se registró en 2019, con más de 300.000 casos sospechosos notificados, incluidas más de 6.000 muertes. La falta de acceso a las vacunas y a los servicios de vacunación agrava la situación."(OMS).
La comunidad internacional también ha pedido al gobierno de la RDC que haga más para proteger a los trabajadores y las instalaciones sanitarias. En 2019, el Consejo de Seguridad de la ONU adoptó una resolución que instaba a todas las partes en conflicto en la RDC a respetar la neutralidad de las instalaciones y el personal sanitarios. Sin embargo, se han producido pocos avances en este frente, y la violencia contra los trabajadores sanitarios sigue siendo motivo de gran preocupación.
La necesidad de seguridad es evidente.
No sólo porque todos los supervivientes merecen protección, apoyo y la oportunidad de recuperar sus vidas en paz y seguridad, sino también porque sin ello la salud de todos se resiente. El personal de Panzi y miles de miembros de la comunidad confían en el hospital para salvaguardar sus vidas en más de un sentido. En Panzi encuentran un santuario, un lugar de curación donde se escuchan sus voces y se reconoce su dolor físico y emocional. Proteger a las mujeres, los niños y el personal a nuestro cuidado es nuestra máxima prioridad. Sin ella, la salud y el bienestar de todos nuestros pacientes corren peligro.
Los supervivientes son una llamada a la acción para todos nosotros. Son un recordatorio de que juntos podemos ser una fuerza de cambio, una fuerza de curación y una fuerza de justicia. Le pedimos su ayuda para preservar un santuario para estas mujeres. Han soportado lo inimaginable y debemos asegurarnos de que, cuando acudan a nosotros, se sientan completamente seguras.