Declaración del Dr. Denis Mukwege con motivo del 25 aniversario del hospital de Panzi
1 de septiembre de 2024 - Al conmemorar hoy el 25 aniversario del hospital de Panzi, il n'y a pas lieu de fêter cet anniversaire mais de reconnaître solennellement la tragédie que traverse les communautés martyres dans l'Est de la République Démocratique du Congo (RDC) et de mener une réflexion sur les raisons qui amènent les femmes à franchir nos portes.
En efecto, este aniversario no es un momento de alegría, sino de profunda amargura, porque el conflicto que ya existía antes de la creación de Panzi sigue causando estragos. Desde hace 25 años, reparamos cuerpos y espíritus desgarrados por la brutal utilización de la violencia sexual como arma de guerra. El hecho de que cada día sigamos operando a nuevas generaciones de mujeres y jóvenes que han sufrido esta violencia inimaginable demuestra la gravedad de la crisis que persiste en nuestra región afectada por la violencia armada.
Sin embargo, incluso en medio de las mayores atrocidades, el hospital de Panzi se ha convertido en un refugio y un símbolo de esperanza para los más vulnerables. Durante el último cuarto de siglo, además de la atención médica, hemos respondido a la violencia con el amor y nos hemos esforzado por transformar el dolor en fuerza, acompañando a más de 83.000 supervivientes de violencia sexual en el camino de la prisión, la autonomía y la dignidad.
A pesar del contexto de guerra que nos ha llevado a realizar nuestro trabajo, también debemos reconocer el profundo impacto que ha tenido Panzi. El hospital y la fundación Panzi se han convertido en lugares donde se reconstruyen vidas desgarradas, donde las mujeres se reapropian de sus cuerpos y donde entra en juego una comunidad de supervivientes. Las realizaciones de Panzi hablan de la resistencia y la fuerza de las mujeres y del poder de la acción colectiva. Además, queremos agradecer el esfuerzo y la profesionalidad de nuestro personal, que trabaja cada día en condiciones difíciles, y expresar nuestro reconocimiento a todos nuestros socios, a los actores de la cooperación y a los donantes que nos han permitido llevar a cabo nuestra misión.
A lo largo de los años, no sólo hemos proporcionado asistencia médica y quirúrgica, sino que también hemos introducido servicios especializados y tecnologías de punta que son únicos en África. Nuestro hospital es líder en el uso de la laparoscopia y otros procedimientos médicos avanzados, y ofrece a nuestros pacientes las normas de atención más avanzadas. El modelo único de guiado que hemos desarrollado en Panzi, que incluye asistencia médica, psicológica, socioeconómica y legal en el mismo lugar, se está reproduciendo en toda la RDC y tiende a estandarizarse en todo el mundo. Este modelo establece un nuevo enfoque global de la salud, cuyo objetivo no es sólo proteger a los pacientes, sino también proporcionar a los supervivientes los medios para rehacer su vida.
Este enfoque holístico favorece también el surgimiento de un liderazgo femenino, una fuerza poderosa para la transformación de la sociedad. Cuando las mujeres son responsables, se benefician todas las comunidades: se refuerza el tejido social, progresa el desarrollo y surge la paz. El liderazgo desarrollado en Panzi no sólo es crucial a nivel individual, sino también para sentar las bases de una sociedad más justa, más justa y más pacífica.
Pero queremos enviar un mensaje claro en este día de conmemoración: Panzi no debería existir en su forma actual. Su vocación es convertirse en un lugar al que acudan las mujeres para aportar una nueva vida al mundo en mejores condiciones, y no para restablecer los estragos de la guerra y la barbarie humanas. Debe ser un centro de vida y no un refugio contra la violencia. Nuestra visión es la de un mundo en el que el hospital de Panzi es conocido no sólo por su trabajo de tratamiento de supervivientes de violencia sexual, sino por la alegría de la maternidad y la salud de mujeres y niños.
No basta con tratar los síntomas de la violencia, también hay que atacar sus causas profundas. Los flujos de la masculinidad tóxica, de la explotación ilegal de las minas de conflicto, de la cultura de la impunidad y de la falta de legitimidad de los actores institucionales son otros tantos factores que alimentan los ciclos recurrentes de la violencia que atrae a las víctimas a nuestras puertas. Si queremos poner fin a los sufrimientos padecidos por innumerables mujeres y jóvenes desde hace varias generaciones, es imprescindible atacar a los principales responsables de los conflictos armados en la República Democrática del Congo.
También debemos tratar el aspecto más débil de nuestra cadena de asistencia: el acceso a la justicia. No puede haber verdadera prisión sin que se haga justicia. La justicia no es sólo una herramienta eficaz de prevención, sino también un elemento esencial de la rehabilitación, pero depende de la voluntad del Estado y de las instituciones que, a menudo, no responden a las necesidades de los más necesitados. Y por encima de todo, debemos esforzarnos por instaurar la paz, la mayor aspiración de las víctimas a las que servimos. Sin la paz, no puede haber un verdadero restablecimiento, ni un retorno a la vocación primera del hospital de Panzi: ser un lugar al que las mujeres acudan para dar la vida.
Cuando nos encontramos en la encrucijada, nos inspira el valor de las mujeres a las que servimos. Son auténticas heroínas, cuya fuerza y resistencia nos inspiran a diario para llevar a cabo nuestra misión. Sus historias no pueden dejarnos indiferentes y nos invitan a redoblar nuestros esfuerzos para luchar contra todas las formas de injusticia y trabajar por una paz duradera. No sólo debemos reparar las heridas de hoy, sino también trabajar sin descanso para prevenir la violencia de mañana y poner fin a esta guerra sin fin.
En réfléchissant à ces 25 années, renouvelons notre engagement envers cette mission. Seguiremos impulsando, dirigiendo y fomentando la justicia y la paz para todos. Nuestro trabajo está a punto de terminar, pero con la esperanza, la determinación y la solidaridad, podemos construir un futuro en el que los servicios de la Unidad de Violencias Sexuales del hospital Panzi no sean más necesarios, y en el que nuestros esfuerzos estén totalmente orientados a la salud global de las mujeres.
Frente a la adversidad, nunca debemos perder la esperanza. La esperanza es la luz que guía nuestras acciones en los momentos más tristes, y nuestras acciones contribuirán a devolver la paz y la dignidad a todos.
Dr. Denis Mukwege
Président et fondateur de l'hôpital et de la fondation Panzi
Lauréat du prix Nobel de la paix 2018