Yvette

Superviviente

Yvette se crió en una familia muy unida que la educó y la mantuvo, pero eso cambió cuando fue brutalmente violada cuando aún era una niña. La violación está muy estigmatizada en la República Democrática del Congo, y las supervivientes suelen ser rechazadas por sus familias. Tras la agresión, su familia, que antes era muy cercana, se distanció de ella, interrumpió su educación y la hizo sentir aislada, especialmente cuando descubrió que estaba embarazada.

"Después de la violencia sexual, no me sentía la misma persona. Creía que iba a morir. Sentí que no sabía cómo describir lo que sentía. Ni siquiera me entendía a mí misma".

Desgraciadamente, Yvette perdió a su hija después de llevarla a término.

"Mi pequeña no tuvo la oportunidad de vivir... Estaba enferma. Me abandonaron mi familia y mi comunidad. Sentí que no podía vivir más, sentí un dolor extraordinario. Me volví muy triste y suicida. Encontré algunos contactos que me llevaron al Hospital Panzi. ...Me acogieron".

Cuando Yvette llegó a Panzi, recibió tratamiento médico y asistió a terapia durante un mes. Participó en terapia de baile, karate y deportes como el fútbol, y ha dicho que la experiencia "renovó su fuerza mental". Sentía que su vida empezaba a mejorar, y ya no tenía pensamientos suicidas.

"Las sesiones de terapia, la bailoterapia, los deportes y los partidos de fútbol...... Todo ello me ayudó a ser más fuerte y estable mentalmente.

Tras superar su trauma psicológico, Yvette anhelaba ganar también su independencia y continuar los estudios que habían sido interrumpidos por su agresión. Como parte del pilar socioeconómico de Panzi, asistió a un programa de capacitación laboral centrado en la lapidaria, o corte y pulido de piedras semipreciosas. Allí descubrió su pasión por la joyería y su pasión por ayudar a otras supervivientes.

"Fui muy inteligente y me concentré (en el programa de formación). Descubrí que en realidad en el Congo hay muchas minas. También hay muchos recursos naturales. Hay muchos recursos que se pueden explotar en mi país, pero no hay muchos lapidarios. Quería organizar más formación para que las mujeres se convirtieran en especialistas en joyería".

Aunque la formación puede resultar difícil o abrumadora por ser tan nueva, los alumnos están increíblemente motivados para completarla y aprender todo lo posible.

"Es muy interesante, y por eso los aprendices se quedan con él. Es difícil, pero como es interesante se hace fácil. Me siento muy orgullosa de mí misma cuando pienso de dónde vengo. Me parece que tengo una gran importancia en mi sociedad. Puedo crear algo que no ha existido antes en el Congo".

Ahora Yvette dedica su vida a ayudar a otros supervivientes a realizar sus sueños, y atribuye al Dr. Mukwege y a Panzi el haberles dado el apoyo que necesitaban para reconstruir sus vidas.

"Nuestro médico nos ha ayudado mucho. Ha hecho que nuestras vidas tengan sentido. Estamos muy orgullosos y agradecidos por él".

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