08 de marzo de 2024 - En este Día Internacional de la Mujer, expresamos nuestra solidaridad con todas las mujeres y niñas que luchan cada día con valentía y determinación por sus derechos y por construir un mundo mejor para las generaciones futuras y el planeta.
Si bien este día debería ser una jornada de celebración de los logros y avances en materia de derechos y libertades fundamentales, nos vemos abocados a la amarga constatación de un retroceso mundial en la protección y el respeto de los derechos humanos en general, y de los derechos de la mujer en particular. Los países económicamente más avanzados no son una excepción en este contexto mundial, marcado por un preocupante retroceso en los derechos de las mujeres y las niñas, que se ve agravado en gran medida por la práctica, demasiado frecuente, del "doble rasero" por parte de la comunidad internacional, que socava el principio de universalidad de los derechos humanos, que deberían aplicarse a todas las personas, sin distinción, en cualquier parte del mundo.
Este retroceso general de los derechos humanos, que supone una grave amenaza para la dignidad humana en todos los continentes, se hace patente en todas las situaciones de crisis, inestabilidad y guerra, en las que las mujeres y las niñas pagan el precio más alto de la violencia que la mayoría de las veces se decide entre hombres.
Nuestros pensamientos están con todas las mujeres y niñas que son víctimas de la violencia y la persecución en las zonas de conflicto. En Afganistán, donde los talibanes han establecido un régimen de apartheid de género, privando a mujeres y niños de sus derechos fundamentales, incluida la educación, e hipotecando así a toda una generación su futuro y su potencial para contribuir al desarrollo y la paz de su país. También pensamos en la situación que prevalece en Sudán y Tigray, donde la lacra de la violencia sexual relacionada con el conflicto requiere una intervención internacional urgente y polifacética. Por último, el conflicto que asola Gaza ha causado la trágica pérdida de 30.000 vidas en menos de 6 meses y, según Naciones Unidas, un tercio de ellas son mujeres, incluidas mujeres embarazadas. Esta situación ilustra trágicamente que esta guerra, como todas las demás, tiene un impacto más profundo en las mujeres y las niñas, que pagan un precio desproporcionado.
En este contexto, en el que la opinión pública mundial se centra principalmente en la situación de Gaza y Ucrania, el Día Internacional de la Mujer en la República Democrática del Congo (RDC) se observa como un día de luto. En efecto, a pesar de la guerra de agresión y de las atrocidades cometidas por el ejército y las fuerzas de ocupación del M23, que empeoran una situación humanitaria y de seguridad ya de por sí dramática, la RDC sigue siendo una crisis olvidada y desatendida, a pesar de los 7 millones de personas desplazadas. La mayoría de los que se ven obligados a huir de la violencia armada son mujeres y niños, que sobreviven en condiciones infrahumanas en campamentos que suelen ser blanco de los beligerantes. Además, la precaria situación de las mujeres en los campos de desplazados las expone a la violencia sexual, y la ONG Médicos Sin Fronteras recibe cada día a unas 60 mujeres víctimas de agresiones sexuales en los campos de los alrededores de Goma, la capital de Kivu Norte.
Estas cifras, que no son más que la punta del iceberg, son algo más que simples estadísticas: son un sombrío recordatorio de una tragedia humanitaria que dura ya 30 años, e ilustran la urgente necesidad de un enfoque de la ayuda humanitaria y la resolución de conflictos que tenga en cuenta las cuestiones de género.
Es en esta martirizada región de Kivu donde continuamos nuestra misión de atender a las mujeres víctimas de violencia sexual, y cada día en el Hospital y la Fundación Panzi somos testigos del impacto destructivo de la violación y la violencia sexual utilizadas como método de guerra, y nos dedicamos a la atención integral de nuestras pacientes y a la defensa de sus derechos. Las mujeres y niñas a las que ayudamos no se definen por la violencia que han sufrido, sino por su fuerza y valentía inquebrantables. Su valentía alimenta nuestros esfuerzos de defensa para romper el círculo vicioso de la violencia y la impunidad.
Como el tema de este día internacional es "Invertir en la mujer: acelerar el paso", ya es hora de que nos movilicemos para invertir la tendencia. En efecto, nos encontramos en una coyuntura crítica: tras décadas de avances en la igualdad entre mujeres y hombres que tanto ha costado conseguir, no podemos permanecer indiferentes ante la tendencia regresiva que se observa en todo el mundo.
Cuando solo quedan seis años para alcanzar los Objetivos de Desarrollo Sostenible, ha quedado claro que la igualdad de género no se logrará en 2030. Por lo tanto, necesitamos movilizar una voluntad política real y recursos sustanciales para reforzar la eficacia de las normas internacionales, aumentar significativamente la financiación de la ayuda dedicada a la igualdad de género y a la lucha contra la violencia sexual y de género, y mejorar la representación y la participación significativa de las mujeres en todos los niveles de la toma de decisiones.
Al conmemorar este Día Internacional de la Mujer, renovemos nuestro compromiso con un mundo en el que la igualdad entre hombres y mujeres no sea sólo un ideal a alcanzar, sino que se convierta en una realidad para las generaciones venideras. Esto requiere algo más que palabras: requiere un esfuerzo concertado para poner en práctica un cambio real, desafiar el statu quo y exigirnos a nosotros mismos y a nuestros líderes que rindan cuentas para hacer de la igualdad de género un pilar central de la gobernanza mundial.
Comprometámonos a aumentar el apoyo a las mujeres y las niñas en las zonas de conflicto, amplificando sus voces y garantizando su participación en los esfuerzos de consolidación de la paz y desarrollo. Juntos podemos allanar el camino hacia un mundo más justo, saludable y equitativo.
-Dr. Denis Mukwege