Con el memorando de entendimiento firmado el 19 de febrero entre la Unión Europea (UE) y Ruanda para promover el desarrollo de cadenas de valor "sostenibles" y "resilientes" para las materias primas, también conocidas como minerales de conflicto o de sangre, el Ejecutivo europeo no sólo alcanza el colmo del cinismo en términos de geoestrategia, sino que ilustra una vez más una política de doble rasero que socava la credibilidad de las instituciones internacionales.
El conflicto que asola el este de la RDC desde hace casi 30 años -el más mortífero desde la Segunda Guerra Mundial- es principalmente económico, y el vínculo entre la explotación y el comercio ilegal de minerales se reconoce como una de las causas fundamentales de la violencia y de las graves violaciones de los derechos humanos. La implicación de Ruanda en la desestabilización de la RDC, el saqueo de sus recursos naturales y minerales y la comisión de los crímenes más graves, incluido el uso de la violencia sexual como método de guerra y como estrategia de terror, está ampliamente documentada, especialmente por las Naciones Unidas.
En un momento en que la crisis humanitaria y de seguridad en los Kivus se ha visto gravemente agravada por el resurgimiento del grupo armado M23, que opera con el apoyo directo del ejército ruandés -en otra guerra de agresión y ocupación en territorio congoleño-, la política de la Comisión Europea y el refuerzo de esta asociación estratégica con el régimen dictatorial de Kigali parecen estar en total contradicción con el principio de coherencia y los valores fundamentales de la UE, especialmente la promoción de la paz y de los derechos humanos, que deben ser, de acuerdo con los Tratados europeos, objetivos fundamentales en sus relaciones exteriores.
Es en este contexto en el que reiteramos nuestro llamamiento realizado en Estrasburgo en 2014 con motivo de la concesión del Premio Sájarov a la Libertad de Conciencia del Parlamento Europeo para "garantizar una mayor coherencia entre las políticas económicas y el respeto de los derechos humanos, y situar la dignidad humana en el centro de las preocupaciones económicas y financieras." Instamos a las instituciones y países europeos a hacer efectivo y vinculante el reglamento de la UE sobre diligencia debida para las cadenas de suministro de minerales limpios, que entró en vigor en 2021 y que, sin embargo, ha sido ampliamente secuestrado por las opacas cadenas de suministro transfronterizas entre la RDC y Ruanda.
De lo contrario, la llamada transición energética verde y limpia seguirá siendo roja por la sangre de mujeres y niños congoleños, y manchada por las actividades criminales de los grupos armados. Esperamos que los ciudadanos europeos amantes de la paz y socialmente justos atiendan este llamamiento y cambien de rumbo en las próximas elecciones de junio de 2024.
- Dr. Denis Mukwege