Pronunciada por el Dr. Denis Mukwege, 9 de mayo de 2024
Señoras y señores,
Acepto con profunda humildad y responsabilidad el Premio Aurora al Despertar de la Humanidad. Este honor no solo reconoce nuestras luchas compartidas, sino que también amplifica las voces de quienes han sufrido en silencio y cuyos gritos de justicia a menudo no son escuchados.
En el corazón de mi querido Congo, la resistencia y la dignidad de las supervivientes de la violencia sexual inspiran cada una de mis acciones. Su valentía nos obliga a hacer frente a una tragedia provocada por el hombre y a encender un faro de esperanza y sanación como respuesta.
Este premio no es sólo mío. Pertenece a todas las enfermeras, médicos y asesores que trabajan incansablemente en el Hospital Panzi y fuera de él. Es para todos los defensores de la paz y los derechos humanos que creen en un futuro en el que prevalezca la justicia y la curación sea accesible para todos.
Con este reconocimiento, la Iniciativa Humanitaria Aurora no sólo arroja luz sobre las luchas en curso en la República Democrática del Congo, sino que también hace un llamamiento mundial a la acción. Nos recuerda que ser humano no es simplemente sobrevivir, sino que todos tenemos la oportunidad de prosperar cuando nos unimos contra la injusticia. Les agradezco su compromiso de apoyar a los defensores de los derechos humanos y la plataforma que nos han proporcionado para dar a conocer nuestro trabajo.
También deseo expresar mi gratitud y admiración a mis compañeros homenajeados, Nasrin Sotoudeh y Abdulhadi Al-Khawaja. Su perseverancia frente a la adversidad, con gran riesgo personal, y su dedicación a la libertad y la justicia nos inspiran a todos. Os deseo a ambos que sigáis siendo fuertes y espero que sepáis que la comunidad humanitaria no os ha olvidado, ni tampoco las importantes causas a las que habéis dedicado vuestra vida.
Para terminar, me gustaría hacer hincapié en la crisis a la que todavía se enfrentan hoy mis hermanos y hermanas congoleños, en el contexto de una guerra de agresión. La región oriental de nuestro país está ocupada por milicias apoyadas por los vecinos Ruanda y Uganda. Estos grupos armados violan a mujeres y niños a ritmos espantosos, masacran impunemente a nuestro pueblo y desplazan a millones de personas, principalmente para poder exportar ilegalmente nuestros minerales en su beneficio económico. Y, sin embargo, el mundo guarda silencio y sigue colaborando, prestando ayuda y haciendo negocios con estos Estados vecinos y dictaduras. ¿Cuándo pondrán por fin los líderes mundiales a la humanidad por encima de los beneficios y reconocerán la soberanía del Congo, al igual que reconocen la soberanía de Ucrania?
Necesitamos tu ayuda, la ayuda de la comunidad internacional, para poner fin a esta tragedia congoleña. Tomemos este momento no sólo como una celebración, sino como una renovación de nuestro compromiso de luchar por un mundo en el que la humanidad brille con todo su esplendor. Juntos, sigamos despertando la esperanza y alimentando la llama de la compasión y la dignidad para los supervivientes de la violencia sexual, para las mujeres y para toda la humanidad.
Gracias.